¿Recuerdas con qué entusiasmo esperabas la época navideña cuando eras niña o niño? Todos hemos sido niños y seguramente esta época nos ha hecho ilusión de una u otra manera ¿Recuerdas lo que a ti más ilusión te hacía? Quizás eran los regalos, o el árbol, o las luces, o los dulces de tu abuela o el encuentro familiar? También puede haber sucedido que durante tu infancia no hayas podido disfrutar todo lo que te hubiese gustado… Y ahora que ya no eres una niña o un niño ¿cómo ha cambiado la manera en que vives esta época? ¿Te gusta cómo es ahora?

La buena noticia es que ni para el alma ni para nuestro niño o niña interior el tiempo existe. No hay tiempo para ese niño/niña porque éste/está es una parte del alma, y el “hábitat” natural del alma en un “espacio” que no es medible ni tangible. Más que de un espacio real, se trata de un estado o dimensión de la conciencia. Y es precisamente por eso que dentro de nosotros existe, habita, vive aún esa niña/niño que, en muchos casos (más de los que nos podríamos imaginar) anhela que le prestemos atención, que juguemos con ella/él y que hagamos juntos algo que le hace mucha ilusión. Por ejemplo, si a tu niña/niño le encantaba el momento de abrir los regalos en navidad y tomarse un rato para disfrutar ese regalo, esta navidad podrías prepararle un regalo que solo tú sabes que le encantaría recibir… quizás unos colores para dibujar, o un peluche o un libro de historias fantásticas, o una buena película de ciencia ficción. También podría ser ir al cine “juntos” o salir a pasear a algún lugar que a él/ella le guste, en fin, algo que a tu niña/niño le encante… ¿Se te ocurre algo que le pudiese encantar?
En esta época del año y siempre, tenemos la oportunidad de brindarle tiempo, atención y regalos a nuestra niña o niño interior.

¿Y cómo podría beneficiarnos esto?
Al satisfacer los anhelos y necesidades de nuestro niña o niño interior, estamos practicando y reparando, darnos ese amor, esa atención, esos detalles que probablemente de niños nos hicieron falta y que a veces, sin darnos cuenta, se los exigimos a nuestra pareja, por ejemplo. Las carencias de amor y atención que hemos experimentado en nuestra infancia son la principal fuente del apego emocional en las relaciones entre adultos, de los reclamos y exigencias que generan distanciamientos o discusiones con esa persona a la que amamos, debido a que estamos proyectando en él o en ella, el papi o la mami que “debería de darnos todos esos mimos, atenciones y regalos” que de niños no recibimos y que ahora siendo adultos, nos los negamos (mejor dicho, se los negamos a nuestro niño/niña) porque nos han enseñado que “ya no somos unos niños”. Y como no somos conscientes de ello, pensamos que es normal, que se trata de nuestras necesidades de adultos, cuando en realidad se trata de nuestro niño/niña interior que grita y necesita recibir toda esa atención, protección, escucha, celebración y compañía porque lo que más anhela es compartir lo que más les gusta con alguien a quien ama...
¿Y quién se te ocurre que es la mejor persona que podría satisfacer sus necesidades?

¿Te gustaría experimentar esta navidad el hacerle un regalo a tu niño o niña interior?
Si lo haces, ¡será un plus que hará estas fechas aún más especiales! Y si el adulto racional, serio y maduro que hay dentro de nosotros se pone a decir “que si la navidad es puro consumismo”, “que si no es la fecha real del nacimiento de Jesús”, “que yo en realidad paso de estas cosas” le hemos de recordar a ese adulto, parte nuestra también, que a los niños les importan muy poco esos motivos, a ellos lo que les importa es sentirse amados, atendidos, ilusionados y felices. Y eso es precisamente de lo que va este ejercicio de responsabilidad hacía nuestro niño o niña interior, un juego que nos permite ser unos “padres responsables” hacia nuestro propio niño o niña interior y cubrir así, gran parte de nuestras necesidades afectivas.

Independencia emocional
Entre más atendamos a nuestro niño o niña interior, mayor independencia emocional lograremos y eso se traducirá en relaciones más sanas con nuestra pareja, con nuestros amigos y entorno en general... ¿Cómo te imaginas que sería el mundo si cada persona asumiese la responsabilidad de su propia felicidad y estabilidad emocional? ¿Te gustaría sentirte más libre e independiente del amor de tu pareja o de los demás? ¿Cómo cambiaría tu vida si lo lograras?
Atiende entonces a tu niño/niña interior... ¡Cuídate! ¡Mímate! ¡Ámate! ¡Diviértete!
¡Felices fiestas navideñas con independencia emocional!
Laura Camacho, Coach Transpersonal
